1977

                                                               

Cuando se estrenó La guerra de las galaxias yo andaba por los 10 años. Habían pasado apenas dos desde el estreno de Tiburón, pero la llegada de lo que sería el comienzo de una saga y el principio de un gran negocio supero con creces al escualo. Todos queríamos ser Luke Skywalker o si no Han Solo, diosss!!!... como molaba aquella espada de la luz que me habían comprado en El Corte Ingles, que únicamente venía siendo un pedazo de linterna de la ostia, con un tubo de plástico opaco, eso sí, cuando por la noche la encendía y me ponía encima de la cama haciendo los típicos sonidillos, en aquel momento era el chaval más feliz del mundo…

Era la época del Geyperman –otros eran de Madelman-, uno con esa edad era feliz, cromos en el bolsillo, unas cuantas canicas y los amigos esperándote en el barrio. Tardes de verano, los días eran más largos, los partidos de futbol se hacían interminables, los bocadillos sabían a bocadillo, posiblemente por aquel año ya muchos habíamos sufrido nuestro primer fracaso amoroso, los mayores no paraban de hablar de democracia, ya le habías dado las primeras caladas a un pitillo y también estabas empezando a empuñar aquellos palos de billar, eras cinturón naranja de Judo –el arte marcial de moda…-, la Coca-Cola sabia a Coca-Cola, en los colegios no había Asociaciones de Padres y algunos no teníamos ni padre, solo teníamos dos canales de televisión, pero éramos tremendamente felices…