A este 2018 le quedan horas y aunque la cosa no pinte tan mal como en la
novela de Philip K. Dick lo cierto es
que el panorama internacional resulta bastante descorazonador. Desconozco si
los replicantes ya están entre nosotros, aunque la verdad no me importaría que Rick Deckard le metiera el miedo en el
cuerpo a más de un mandatario mundial. En todo caso disfruten de esta
noche y tengan una feliz entrada en este 2019.
Ha llegado para quedarse y le doy la bienvenida. Un más que amplio catálogo
de cine español de todas las décadas, así como películas europeas y clásicos americanos
completan la atractiva oferta de esta recién llegada plataforma. Me veo como el
personaje al que daba vida De Niro en
Once Upon a Time in America (Érase una
vez en América 1984), enganchado a la pipa de opio (en este caso pegado a
la pantalla de la tele…) y metiendo unos buenos viajes.
Gene Hackman espiando lo que dicen los demás en The Conversation (La conversación 1974)
Vaya por delante que esto no deja de ser más que
una opinión en clave poco seria de alguien muy desconfiado y que por momentos
roza lo conspiranoico. El caso es que uno de esos populares gadgets que hoy día nos anuncian una
existencia sin apenas mover un dedo me tiene algo preocupado. Me estoy
refiriendo a lo que se conoce como Google
Home.
(foto: Chris Monroe)
No son pocos los amigos (mi hijo me ha sugerido que me haga con uno…) que
me han contado sus bondades y ventajas, pero a mí la cosa me provoca bastantes
recelos. Que si, está muy bien eso de llegar a casa y pegarle un mandao para
que te conecte la tele y demás, pero no sé, me siguen asaltando las dudas. Todavía
recuerdo la polémica que se organizó hace unos 3 años con las Hello Barbie, aquellas muñecas (con wifi incluido…) que interactuaban y mantenían
conversaciones pero que inquietaban a ciertos progenitores por la posibilidad
de espiar a los más pequeños y obtener información de lo más privada. Pues
nada, que igual dentro de unos meses estoy aquí contándoles lo maravilloso y
practico que resulta el aparato en cuestión, pero por ahora no me atrevo a
meterlo en casa.
Hablando de micrófonos y escuchas, cerramos con una de mis escenas
favoritas que creo ya comente en alguna ocasión. En Donnie Brasco (1997) se produce esta complicada situación, Johnny Depp da vida a un agente
infiltrado que entra en un restaurante japonés junto a un grupo de mafiosos, el
gerente les solicita que se quiten en calzado algo que a Depp le plantea un problema, dentro de su bota lleva un micrófono.
Recurriendo a argumentos relacionados con la victoria sobre los japoneses y a
su padre muerto en combate durante la segunda guerra mundial logra salir
airoso, aunque eso sí, lamentándose de la suerte que corre el empleado del
local.
