Vamos con lo importante.
La presencia de Joaquin Phoenix viene a ser como algo así como un alérgeno. Hay
que estar preparado y no todo el mundo soporta ni digiere bien al (desde mi
punto de vista buen actor) hermano del malogrado River Phoenix. Su tendencia
natural es la del personaje atormentado, agrio, de pocas palabras y con
tendencia a la misantropía, creo que pocos encarnan tan bien ese perfil. Her (2013), Inherent Vice (2014) e
Irrational Man (2015) son buenos ejemplos de magníficas interpretaciones y
de papeles en los que no concibo a nadie más que a él. Sorprende su corta duración,
apenas 1 hora y 22 minutos, se agradece la tijera en el montaje, sobre todo
cuando la tendencia general son las dos horas largas. La historia es dura, áspera
y oscura. Por momentos sobrevuela la sombra de Travis Bickle (Taxi Driver 1976) aunque la obra de Scorsese sigue
estando a otro nivel superior. Phoenix da vida a Joe, un ex marine que rebosa
trastorno por estrés postraumático por todos sus poros, vive con su madre y lo
lleva como puede, sus ingresos provienen de un trabajo a tiempo parcial como matón
para resolver entuertos. Se ha especializado en buscar y localizar a chicas
desaparecidas, es eficiente, cruel y expeditivo en sus cometidos. Un nuevo
encargo le va a poner las cosas difíciles. En definitiva, no recomendable para
ciertas sensibilidades. A destacar dos escenas, un entierro muy particular con
uno de los planos más bellos que he visto últimamente, la otra los últimos momentos
de vida de un tipo que acaba de cometer un crimen canturreando una canción,
impactantes ambas. Creo que con los años alguien se encargara de reivindicar a
al bueno de Joaquin…
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