Francisco de Quevedo
(1580-1645)
Ni ella era Meryl
Streep y por supuesto yo no soy Clint Eastwood pero la cosa sucedió mientras la
luz indicaba que los peatones debíamos esperar. Llegamos a la par al borde de
la acera y allí nos detuvimos. Era morena, más o menos de mi altura y vestía
una camiseta sin mangas. Yo estaba situado a su derecha y enseguida hubo algo
que me llamo la atención. Su brazo derecho lucía un tatuaje, pero no uno
cualquiera, se trataba de nada mas y nada menos que de Quevedo. La piel blanca
de esta chica resaltaba todavía más aquel nada habitual personaje impreso en su
epidermis. Por un momento pensé en las recientes intentonas de algunos políticos
de última generación por erradicar su nombre del callejero municipal por españolista.
No voy a revolver más el asunto pues hay problemas más serios de los que preocuparse.
En todo caso cerramos con una frase del maestro de nuestras letras: Todos
los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que
no lo parecen
Hola Fran, vaya a mi no me gustan los tatuajes pero me admira que alguien lleve encima al autor de El Buscón.
ResponderEliminarAlucino con lo que comentas, supongo que entonces en determinados sitios no se estudiará tampoco a Quevedo. Que pena que algunas personas con su afán de notoriedad o de lo que sea no sean capaces de ver más allá de sus narices.
Saludos y buen comienzo de semana.
Que tal Lola!
EliminarComo digo me sorprendió mucho, me pregunto que hubiera pensado el bueno de Quevedo. Todo esto es bastante triste, me refiero al punto en que estamos llegando. La historia se imparte dependiendo de los intereses políticos, se demoniza al que no piensa igual y en ultimo caso se elimina su presencia y se le ponen todo tipo de etiquetas. No es un tema en el que me guste meterme (la idea principal aquí es el cine y temas similares) pero ultimamente hay noticias que me ponen de muy mal humor.
Gracias por pasar y comentar, feliz semana!