Brigitte Bardot marcándose
un baile en À coeur joie (Dos semanas en
septiembre 1967)
En más de una ocasión
nos ha pasado que leyendo sobre artistas a quienes admiramos y tenemos en un
pedestal se nos vienen abajo al descubrir aspectos escabrosos sobre su
personalidad y su pasado. Los motivos pueden ser de lo más variopinto, desde
posiciones opuestamente radicales a nuestras convicciones políticas, vicios que
detestamos, delitos imperdonables y demás borrones en sus vidas privadas. Es ahí
cuando se nos plantea la duda de si debemos separar al artista de la persona.
Personalmente diría que sí, o al menos es la lógica que me aplico. Una buena
muestra de ello podría ser la guapísima (creo que todavía sigo enamorado…) B.B,
su deriva posterior en cuanto a filiación política difiere por completo con mis
ideas pero como digo creo que lo mejor es obviarlo y seguir disfrutando de su
legado como artista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario