A riesgo de sonar
repetitivo volveré a mencionarlo, Woody Allen o te gusta o te aburre, por lo
general no suele haber medias tintas. Digamos que me incluyo en el grupo de
seguidores (que no aduladores) del bajito realizador neoyorquino y desde luego
he disfrutado de esta su última película. Los motivos son varios, por un lado
es de agradecer una duración que no exceda (últimamente la tendencia es superar
las dos horas y en ocasiones resulta insufrible) de los 90 minutos, luego
tenemos una historia que es sencilla y
que se sigue sin dificultad, por otro lado está un reparto más que acertado con
un estupendo Joaquin Phoenix a la cabeza, un actor al que por cierto me costó
acostumbrarme. Si a todo esto le añadimos una agradable puesta en escena y un guion
inteligente el resultado no puede defraudar. La guinda seria ese inesperado
detalle final que nos deja pasmados delante de la pantalla.
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