Esperaba con interés el estreno de Netflix
sobre la figura de los dos agentes que consiguieron cazar a la famosa pareja Bonnie&Clyde. Hace un par de días leí
una entrevista en la que Kevin Costner
se quejaba de como quedaba retratado el personaje de Frank Hamer en Bonnie and
Clyde (1967), este legendario Texas
Ranger fue injustamente tratado según Costner,
incluso la esposa de F. Hamer llego a
demandar a Warner Brothers cuando la película
de Arthur Penn fue estrenada. El
guionista de la película John Fusco
considera que Frank Hamer es uno de
los más grandes agentes de la ley del pasado siglo y tras su guion hay más de
15 años de trabajo.
¿Es o no es una película?
Últimamente se ha hablado y escrito bastante sobre la nueva forma de
exhibición de lo que entendemos por películas por parte de la plataforma Netflix. Si nos ceñimos al diccionario
de la RAE el resultado entre otros
significados es el siguiente:
-
Cinta de celuloide que contiene una serie de imágenes fotográficas
que se proyectan en la pantalla del cinematógrafo o en otra superficie
adecuada.
-
Obra cinematográfica.
Dejando a un lado el tipo de soporte (a día de hoy casi todo se graba en
digital) podríamos considerar agarrándonos a esta definición que
independientemente de donde se proyecte estamos ante una película. Estas “películas”
que Netflix produce no tienen nada
que ver con los llamados telefilms de
sobremesa ni con una serie de producciones que sobre todo en los 80 iban
destinadas directamente al mercado del video
club.
La plataforma creada por Reed
Hastings produce películas con hechuras de cine, su estilo, lenguaje y
formas encajan perfectamente en la gran pantalla, aunque su estreno y visionado
va dirigido a sus 139 millones de suscriptores quienes mayormente consumen sus
productos en pantallas de televisión. Evidentemente la magia, fascinación y
magnitud que proporciona una pantalla de una sala comercial difícilmente se
aproxima al ámbito doméstico.
¿El fin justifica los medios?
La nómina de criminales, forajidos, atracadores, mafiosos y demás delincuentes
en los Estados Unidos es de lo más extensa. Muchos de sus nombres forman parte
de la cultura popular y todavía pasados muchos años sus personalidades e
historias son motivo de estudio. La pareja formada por Bonnie Parker y Clyde Barrow
trajeron de cabeza a las autoridades allá por los 30. Al parecer sus delitos
provocaron algunas simpatías, es importante tener en cuenta la época en que
tienen lugar sus robos, en unos años con unas elevadísimas tasas de pobreza
esta joven pareja le atizaba duramente al sistema y aunque sus fechorías incluían
asesinatos era alto el número de personas que justificaban sus actos. El caso
es que las autoridades se veían incapaces para dar con ellos y al parecer
optaron por recurrir a alguien que digamos no seguía ciertas reglas y que solía
disparar para luego preguntar. A diferencia de la película de Arthur Penn con Faye Dunaway y Warren Beatty
aquí el espectador es introducido en el vagón de la ley, somos testigos de la
operación llevada a cabo para dar con esta pareja de delincuentes, compartimos
las penas y los miedos de la pareja de Rangers
que siguen sus pasos y en cierto modo podemos llegar a desear que la caza tenga
éxito. Es entonces cuando nos planteamos esa duda moral de si realmente se
deben de aplicar medidas excepcionales para situaciones excepcionales.
La Segunda Enmienda y la
fascinación por las armas
La película está llena de escenas a destacar, algunas con una gran carga dramática,
las hay deliciosamente poéticas, otras incluyen diálogos dignos de recordar y
luego hay una en particular que merece ser comentada. Hay un momento en el que Frank Hamer (Kevin Costner) entra en una pequeña tienda de armas, necesita
adquirir armamento y munición. Detrás del mostrador hay un hombre y un chico
joven, Costner sostiene lo que parece
ser un pequeño catalogo y comienza a interesarse por diferentes modelos, se
refiere a ellos con soltura y mostrando gran conocimiento, una a una las armas
son depositadas en el mostrador, el dueño comienza a estar algo sorprendido, Costner empuña un rifle con sumo
cuidado, escucha su mecanismo de carga y percusión. El final de la escena es
curioso y toda una declaración de intenciones por parte del personaje al que da
vida Costner. A mi sin embargo además
de la información que nos facilita me provoca otro pensamiento. Me explica lo
sencillo y asequible que resulta bajar a la Gun
Store de la esquina y llenar el maletero de un coche de armas de la misma
forma que aquí vamos al super a comprar 2 packs
de agua, un bote de detergente y 2 kilos de naranjas. Es posible que yo tenga
la mente algo retorcida, pero estoy seguro de que para un miembro de la NRA (Asociación Nacional del Rifle) esta
escena es todo un regalo.
La pareja perseguida
Otro de los aspectos interesantes del film
es el tratamiento que se hace de estos icónicos personajes. Su aparición en
pantalla es muy curiosa, a lo largo del metraje apenas les vemos sus rostros,
su presencia adquiere un punto entre lo fantasmagórico y el pánico. Sin dar
muchos detalles para no destripar ni desvelar nada diré que hay un momento
(entre otros muchos) de gran cine, sin mostrar a los personajes y utilizando únicamente
sus ropas podemos intuir de una manera muy particular sus cuerpos.
La pareja perseguidora
Creo que la elección de Woody
Harrelson y Kevin Costner ha sido
un verdadero acierto. Ambos bordan sus papeles, Harrelson da vida a Maney
Gault, compañero de Frankn Hamer,
no está pasando por sus mejores momentos, con problemas familiares y económicos
apenas malvive. Es un tipo cercano y educado, muestra cierta vulnerabilidad,
pero en el fondo sigue siendo eficaz a pesar de estar retirado. A Hamer le ha ido bastante mejor en la
vida, casado, en una buena posición social y económica, aunque en el fondo
añora su antiguo empleo. Los dos fueron expeditivos y bastante letales en sus
buenos tiempos, ahora han vuelto para llevar a cabo una complicada y peligrosa
misión.
Dejando a un lado alguna consideración muy particular o segundas lecturas
creo que estamos ante una muy buena película. De factura impecable (una puesta
en escena más que notable), estupendas localizaciones, un reparto acorde con la
historia, un guion sin fisuras, una dirección pausada y sin estridencias,
bastante fiel a los hechos por lo que he podido leer y sobre todo con un buen
puñado de escenas que consolidan una buena base para esta extraordinaria película.
Ya he mencionado alguna pero no me gustaría olvidarme de un momento el cual
dudo si se llegó a producir en realidad, se trata del encuentro entre Frank Hamer y Henry Barrow, el padre de Clyde.
El mano a mano entre Costner y William Sadler es memorable y la
conversación entre el agente de la ley y el padre del fugitivo resulta de lo más
cruda. Recientemente volvi a ver Public
Enemies (Enemigos públicos 2009) dirigida con solvencia por Michael Mann, me atrevería a afirmar que
The Highwaymen está un punto por
encima. Lo dicho, si tienen oportunidad no se la pierdan.