El lejano oeste, pistoleros, buscadores de oro, indios, colonos con sus
caravanas, forajidos, caza recompensas, diligencias, bancos, pueblos y entre
medias la muerte.
Fue Jorge Luis Borges quien dijo aquello de ‘si un libro aburre, déjelo’ y la verdad que a puntito estuve de
aplicarme la máxima del gran escritor argentino. En más de una ocasión he
declarado públicamente mi admiración y devoción por la obra de los hermanos Coen, veo una y otra vez todas esas
piezas que conforman su magnífica filmografía entre las cuales encontramos más
de una obra maestra, personajes inolvidables, historias imposibles, situaciones
rocambolescas y todo eso que se ha venido a llamar el universo de los Coen. Esperaba con cierta impaciencia su segunda
incursión en el western después de la
más que correcta True Grit (Valor de ley
2010), remake de la película del mismo título dirigida en 1969 por H.
Hathaway y protagonizada por un John Wayne
con miles de horas de vuelo. La cinta ha sido estrenada directamente en Netflix (una pena que varios de los
exteriores no se puedan contemplar como se merecen…) y a su paso por el Festival di Venezia 2018 los hermanos de
Minneapolis se hicieron con el premio
al mejor guion.
Sería un error mayúsculo negar la magnífica factura técnica de la película.
La apertura del film es atractiva y
engancha (el recurso de presentar las historias con un libro es un buen
recurso), las localizaciones son estupendas y recuerdan al western clásico, el reparto obtiene un notable alto y la dirección
no se pasa de frenada. Si a esto añadimos que quien escribe es un amante de
este género podríamos decir que la fórmula es perfecta, sin embargo, no, algo
falla en la receta. Se nos presentan seis historias (escritas por los Coen durante más de dos décadas) independientes unas de otras. La primera me descoloca
y no acaba de pillarme. La segunda me provoca más de un déjà vu, un refrito a lo Leone
que no me importa lo más mínimo. Con la tercera me acuerdo de Borges y a punto estoy de tirar la
toalla. En la cuarta reconozco que me vengo un poquito arriba, ese buscador de
oro se merecía un largometraje. Con la quinta y maravillosa historia pienso en San Juan de la Cruz y en lo malas que
son las dudas. Aquí sí, los colonos, el amor, el perro, los indios y un final
que me deja boquiabierto todavía logran mantener con vida un interés con pocas
pulsaciones. Llega la sexta con diligencia de por medio, pero incluso con ese
truco final acabo por acusar cansancio y cierto tedio luego de sus 130 minutos,
su película más larga hasta la fecha. Teniendo en cuenta que la vi de madrugada
y bajo los efectos de una medicación para los dolores de espalda decidí darle
una segunda oportunidad 48 horas después. Esta vez le di al play a media tarde, mucho café y cero
interrupciones, desgraciadamente volvieron los síntomas de aquella madrugada. Por
momentos he llegado a pensar que quizás a esta película no le hubiera venido
mal el toque Tarantino.Tengo
entendido que la crítica ha caído rendida a sus pies, supongo que esta vez me
ha cogido con el pie cambiado. Dudo que le dé una tercera oportunidad. En todo
caso no abandonare mi fe por los Coen,
faltaría más…
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