Estoy convencido de que
aquella animadversión que nunca he logrado superar fue una especie de
salvoconducto que me libro de muchos problemas. Eran los alegres 80 y en mi
barrio como en otros muchos la droga causo estragos. La información circulaba a
cuenta gotas y las estrellas del momento quizás sin darse cuenta mandaban una
imagen que era una autentica apología de su uso. Fuimos una minoría los que no
nos atrevimos a jugar en aquella liga, sin llegar a probarla conocíamos sus
efectos, era una compañera más y a nadie se le ocurría pensar en lo que estaba
por venir. Enseguida llegaron los problemas, líos con la familia, perdida del
puesto de trabajo y dificultades para costear aquella dependencia. Comenzaron a
caer los primeros amigos, cárcel y muertes en cualquier descampado, idas y
venidas de centros y granjas para desengancharse, madres y padres desesperados,
el decorado se estaba desintegrando y lo que estaba detrás no tenía muy buena
pinta. Luego llego el sida y con carácter retroactivo segó la vida de quien se creía
fuera de aquel campo de batalla.
Son varias las películas
que abordan el asunto de las drogas, no son cómodas de ver, especialmente
cuando la heroína es la estrella principal. Hace ya 20 años que Trainspotting nos dejó con aquel mal
cuerpo, ahora llega otra entrega. No sé si será tan buena como la anterior, en
todo caso me interesa mucho verla.
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