Por una cosa o por otra
el caso es que no nos despegamos de ellos. Sería absurdo renegar y poner en
duda sus ventajas. Casi me atrevería a decir que se han convertido en un apéndice
de nuestro cuerpo. El caso es que esta tarde me decidí a olvidarme
deliberadamente de su existencia. Salí con la bici pues la temperatura invitaba
a cualquier actividad al aire libre. Las dos horas que me ausente permaneció inmóvil
en donde lo deje. Volví, me di una ducha y baje a darle un vistazo a la prensa
y a disfrutar de un café. Todo transcurrió con normalidad. Al regresar a casa
evite el contacto visual y ni le preste atención. Han pasado unas cuantas horas
y he sobrevivido…
No hay comentarios:
Publicar un comentario