Buster (2002-2015)
Debería de haber sido
un viernes como otro cualquiera pero no fue así. La alegría que normalmente acompaña
el inicio del fin de semana quedo ensombrecida por esa dolorosa y dura
decisión. Bajamos los tres juntos, tú con tu andar cansino fruto de varias
enfermedades y nosotros con el corazón roto y conteniendo las lágrimas pues esa
sería la última vez que tus ojitos verían la luz del sol. Permaneciste en el
regazo de Carmen hasta los últimos instantes, no queríamos ser demasiado
efusivos en la despedida y que notases que aquello era un viaje sin retorno. Me
cuesta expresar con palabras la sensación de angustia que sentimos en aquella
sala. Nos estaban arrancando un trozo de nuestras vidas y ya no había marcha atrás.
Volvimos hacia casa en silencio, intentando digerir rabia y dolor a partes
iguales. En cuanto cruzamos el umbral de entrada notamos el vacío, ese
desgarrador silencio, la ausencia de tu acostumbrada bienvenida y ese característico
ruido de tus pezuñas en el parquet. Los días venideros han sido complicados de
llevar. Muchas charlas y paseos intentando convencernos de que obramos de
manera correcta. Tenías muchos frentes abiertos, muchas dolencias que se habían
cebado con tu frágil cuerpecito y bajo ninguna circunstancia deseábamos que
tuvieses un agónico final. Han sido trece años y miles de recuerdos. Llegaste a
nuestras vidas en un momento muy particular, comenzábamos un proyecto en común y
enseguida te hiciste un hueco entre nosotros. Nos acompañabas a todos lados,
compartimos muchos kilómetros, muchas playas, alojamientos, otoños, inviernos
pero sobre todo primaveras y veranos. Te encantaba la playa, era tu lugar
preferido con diferencia. Te conocías Patos mejor que nadie, corrías como loco detrás de las gaviotas,
aunque tus intentos de cazarlas siempre resultaban inofensivos. Cuando por el
parque nos encontramos con tus viejos amigos enseguida nos asalta tu imagen, todavía
parece que te estamos viendo corretear detrás de un palo, ladrándole a las
palomas o intentando alguna conquista. Disfrutabas echándote las siestas al
lado de Carmen y a nosotros también nos gustaba sentir el calorcillo de tu
cuerpo en aquellas tardes de invierno de
sofá y mantita. Ahora toca gestionar esa falta, esa ausencia y esa soledad que
se nos cuela hasta lo más hondo. Supongo
que con el tiempo nos iremos acostumbrando y adquiriendo nuevas rutinas, aunque
como digo no está siendo fácil. Lo único que nos queda es agradecer todo el
cariño, compañía y lealtad que nos has dado durante los años que compartimos
juntos. Siempre tendrás un lugar en nuestro corazón. Allá donde estés, gracias
Buster…
Cuanto lo siento.....................dan tanto cariño
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.
Gracias HADA, se hace muy raro el no verlo rondando de un lado para otro, pero bueno, es ley de vida. Lo queríamos con locura...
EliminarUn beso y gracias.
Hola Fran, yo nunca he tenido mascotas, nada más que un pollito que me regalaron cuando era pequeña, pero sé por amigos que sí tienen que ellos forman parte de la familia y que cuando faltan es muy duro. Seguro que la decisión que tomaron fue la correcta, a nadie le gusta ver sufrir a un ser querido. Saludos.
ResponderEliminarQue tal Lola,
EliminarSe que todo esto a veces pueda sonar raro e incluso habrá quien lo considere exagerado, pero es así tal cual. Se crea con ellos un lazo muy intenso, y luego cuando faltan pues lo pasas mal.
Un saludo y gracias por tus palabras.
Lo siento muchísimo, no me había enterado. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias compañero, ya lo vistes en casa como estaba de triste. La vamos llevando. Un abrazo.
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