66 Edición del Festival de Cannes en la playita (Foto Eric Gaillard)
Los
llamados cines de verano como bien indica su nombre son propios de la
estación estival. Es sumamente placentero –o al menos a mí me lo parece- ese
cielo de estrellas que derrama oscuridad, una oscuridad atravesada por un haz
de luz plateada que proviene de nuestra retaguardia. Ni siquiera esa maldita
silla de madera –objeto propio de la inquisición…- que provoca tantos dolores
en el culo consigue enturbiar esa mágica velada.
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