sábado, 30 de marzo de 2019

Reflexiones y alguna que otra pregunta





Esperaba con interés el estreno de Netflix sobre la figura de los dos agentes que consiguieron cazar a la famosa pareja Bonnie&Clyde. Hace un par de días leí una entrevista en la que Kevin Costner se quejaba de como quedaba retratado el personaje de Frank Hamer en Bonnie and Clyde (1967), este legendario Texas Ranger fue injustamente tratado según Costner, incluso la esposa de F. Hamer llego a demandar a Warner Brothers cuando la película de Arthur Penn fue estrenada. El guionista de la película John Fusco considera que Frank Hamer es uno de los más grandes agentes de la ley del pasado siglo y tras su guion hay más de 15 años de trabajo.



¿Es o no es una película?


Últimamente se ha  hablado y escrito bastante sobre la nueva forma de exhibición de lo que entendemos por películas por parte de la plataforma Netflix. Si nos ceñimos al diccionario de la RAE el resultado entre otros significados es el siguiente:
-         Cinta de celuloide que contiene una serie de imágenes fotográficas que se proyectan en la pantalla del cinematógrafo o en otra superficie adecuada.
-         Obra cinematográfica.


Dejando a un lado el tipo de soporte (a día de hoy casi todo se graba en digital) podríamos considerar agarrándonos a esta definición que independientemente de donde se proyecte estamos ante una película. Estas “películas” que Netflix produce no tienen nada que ver con los llamados telefilms de sobremesa ni con una serie de producciones que sobre todo en los 80 iban destinadas directamente al mercado del video club.

La plataforma creada por Reed Hastings produce películas con hechuras de cine, su estilo, lenguaje y formas encajan perfectamente en la gran pantalla, aunque su estreno y visionado va dirigido a sus 139 millones de suscriptores quienes mayormente consumen sus productos en pantallas de televisión. Evidentemente la magia, fascinación y magnitud que proporciona una pantalla de una sala comercial difícilmente se aproxima al ámbito doméstico. 


¿El fin justifica los medios?


La nómina de criminales, forajidos, atracadores, mafiosos y demás delincuentes en los Estados Unidos es de lo más extensa. Muchos de sus nombres forman parte de la cultura popular y todavía pasados muchos años sus personalidades e historias son motivo de estudio. La pareja formada por Bonnie Parker y Clyde Barrow trajeron de cabeza a las autoridades allá por los 30. Al parecer sus delitos provocaron algunas simpatías, es importante tener en cuenta la época en que tienen lugar sus robos, en unos años con unas elevadísimas tasas de pobreza esta joven pareja le atizaba duramente al sistema y aunque sus fechorías incluían asesinatos era alto el número de personas que justificaban sus actos. El caso es que las autoridades se veían incapaces para dar con ellos y al parecer optaron por recurrir a alguien que digamos no seguía ciertas reglas y que solía disparar para luego preguntar. A diferencia de la película de Arthur Penn con Faye Dunaway y Warren Beatty aquí el espectador es introducido en el vagón de la ley, somos testigos de la operación llevada a cabo para dar con esta pareja de delincuentes, compartimos las penas y los miedos de la pareja de Rangers que siguen sus pasos y en cierto modo podemos llegar a desear que la caza tenga éxito. Es entonces cuando nos planteamos esa duda moral de si realmente se deben de aplicar medidas excepcionales para situaciones excepcionales.


La Segunda Enmienda y la fascinación por las armas



La película está llena de escenas a destacar, algunas con una gran carga dramática, las hay deliciosamente poéticas, otras incluyen diálogos dignos de recordar y luego hay una en particular que merece ser comentada. Hay un momento en el que Frank Hamer (Kevin Costner) entra en una pequeña tienda de armas, necesita adquirir armamento y munición. Detrás del mostrador hay un hombre y un chico joven, Costner sostiene lo que parece ser un pequeño catalogo y comienza a interesarse por diferentes modelos, se refiere a ellos con soltura y mostrando gran conocimiento, una a una las armas son depositadas en el mostrador, el dueño comienza a estar algo sorprendido, Costner empuña un rifle con sumo cuidado, escucha su mecanismo de carga y percusión. El final de la escena es curioso y toda una declaración de intenciones por parte del personaje al que da vida Costner. A mi sin embargo además de la información que nos facilita me provoca otro pensamiento. Me explica lo sencillo y asequible que resulta bajar a la Gun Store de la esquina y llenar el maletero de un coche de armas de la misma forma que aquí vamos al super a comprar 2 packs de agua, un bote de detergente y 2 kilos de naranjas. Es posible que yo tenga la mente algo retorcida, pero estoy seguro de que para un miembro de la NRA (Asociación Nacional del Rifle) esta escena es todo un regalo. 



La pareja perseguida

Otro de los aspectos interesantes del film es el tratamiento que se hace de estos icónicos personajes. Su aparición en pantalla es muy curiosa, a lo largo del metraje apenas les vemos sus rostros, su presencia adquiere un punto entre lo fantasmagórico y el pánico. Sin dar muchos detalles para no destripar ni desvelar nada diré que hay un momento (entre otros muchos) de gran cine, sin mostrar a los personajes y utilizando únicamente sus ropas podemos intuir de una manera muy particular sus cuerpos. 



La pareja perseguidora
 
 
Creo que la elección de Woody Harrelson y Kevin Costner ha sido un verdadero acierto. Ambos bordan sus papeles, Harrelson da vida a Maney Gault, compañero de Frankn Hamer, no está pasando por sus mejores momentos, con problemas familiares y económicos apenas malvive. Es un tipo cercano y educado, muestra cierta vulnerabilidad, pero en el fondo sigue siendo eficaz a pesar de estar retirado. A Hamer le ha ido bastante mejor en la vida, casado, en una buena posición social y económica, aunque en el fondo añora su antiguo empleo. Los dos fueron expeditivos y bastante letales en sus buenos tiempos, ahora han vuelto para llevar a cabo una complicada y peligrosa misión. 



Dejando a un lado alguna consideración muy particular o segundas lecturas creo que estamos ante una muy buena película. De factura impecable (una puesta en escena más que notable), estupendas localizaciones, un reparto acorde con la historia, un guion sin fisuras, una dirección pausada y sin estridencias, bastante fiel a los hechos por lo que he podido leer y sobre todo con un buen puñado de escenas que consolidan una buena base para esta extraordinaria película. Ya he mencionado alguna pero no me gustaría olvidarme de un momento el cual dudo si se llegó a producir en realidad, se trata del encuentro entre Frank Hamer y Henry Barrow, el padre de Clyde. El mano a mano entre Costner y William Sadler es memorable y la conversación entre el agente de la ley y el padre del fugitivo resulta de lo más cruda. Recientemente volvi a ver Public Enemies (Enemigos públicos 2009) dirigida con solvencia por Michael Mann, me atrevería a afirmar que The Highwaymen está un punto por encima. Lo dicho, si tienen oportunidad no se la pierdan.