lunes, 30 de septiembre de 2019

Spione (Los espías 1928) Fritz Lang/Cuando sobran las palabras



Complots internacionales, Mata Haris de manual y Harakiris en la intimidad, villanos, policías, tapaderas, agentes dobles, tecnología, crímenes, pasión, disfraces, persecuciones, amor, sabotajes, situaciones a contrarreloj, emoción y algún que otro Macguffin. Estos serían a grandes rasgos algunos de los elementos que conforman la trama de esta maravillosa y entretenida película. Sus casi dos horas y media y el hecho de ser muda no funcionan como reclamo para el gran público, quizás no sirva como film iniciático para adentrarse en el maravilloso mundo de las películas silentes, pero quien se plante frente a ella descubrirá muchos detalles, estructuras narrativas y escenas que han sido copiadas con mayor o menor acierto en no pocas producciones actuales. Fritz Lang como otros grandes realizadores sentó las bases del cine que estaba por venir, cuando nos referimos a él como “maestro” no lo hacemos de manera gratuita. Con el importante hándicap de ser una película muda y con 91 años la cinta confirma aquello de que “el buen cine nunca muere”.




jueves, 26 de septiembre de 2019

Viajar


The Informer (El delator 1935)



Recuerdo que siendo niño me quedaba maravillado frente a los escaparates de las agencias de viajes. Por lo general en casi todas sus vidrieras plantaban un avión comercial de una escala considerable, aunque también podías encontrarte un trasatlántico como el del fotograma. Ese puñado de billetes (20 libras) que Gypo Nolan (Victor McLaglen) sostiene en su mano son fruto de una recompensa por haber delatado a un miembro del IRA, su alegría es comprensible, con ese dinero podrá zarpar a otro continente y empezar una nueva vida, o al menos esa era la idea…
Además del entretenimiento que nos produce el ver una película, el cine en cierto modo siempre ha sido algo así como una ventana al mundo. Quienes no disponíamos de los medios para subir en un avión y descubrir lugares lejanos, nos conformábamos con esos paseos a modo de postal que nos proporcionaban algunas películas. Cierto es que muchos de aquellos exóticos escenarios en ocasiones no eran más que terrenos agrestes que formaban parte de los estudios cinematográficos o decorados con mayor o menor acierto. Las últimas tecnologías logran recrear paisajes naturales que en el fondo no dejan de ser una pantalla con fondo verde, algo así como las transparencias de las pelis de Hitchcock pero menos chapuceras. Quizas sea toda la saga de James Bond la que nos ha llevado de la mano por medio mundo, sirva de ejemplo esta escena por Venecia que aparecia en Moonraker (1979).