Turín

En ocasiones a las ciudades les pasa lo que a las grandes películas y es que puedes volver a ellas a pesar de haberlas visitado con anterioridad. No encabezar listas ni figurar como un destino obligado le confiere a Turín cierta tranquilidad. La capital del Piamonte tiene una personalidad propia y todavía mantiene todo tipo de negocios centenarios (algunos superan los 150 años), esos lugares que cuando atraviesas el umbral dan la sensación de que el tiempo se ha detenido. Otra cosa que se agradece es la no presencia constante de franquicias y demás cadenas de comida, algo que convierte a las urbes en calcos de otras. Callejear por sus calles e infinitos soportales es una auténtica delicia y  al ser llana en su práctica totalidad permite largos paseos. El recorrido en bicicleta a orillas del Po resulta ideal para una mañana o tarde de relax. La oferta cultura colma las expectativas del visitante más ávido, su arquitectura, museos, palacios y exposiciones darían para rellenar una agenda de semanas. A destacar el Museo Egizio y el Museo Nazionale del Cinema, ya solo por ellos vale la pena acercarse a Turín. El aspecto gastronómico ya se lo pueden imaginar, este junto a una extraordinaria repostería son un auténtico deleite. Si bien ya han pasado unos meses todavía tengo frescos esos maravillosos 6 días y me parece estar saboreando ese delicioso toque amargo del Campari…

 

Bye Carlos!

 

Son numerosos los adjetivos que se le pueden dedicar, su vasta erudición cinematográfica en aquella época analógica resultaba fascinante, la displicencia también le granjeo no pocos enemigos, insultar a Pumares en antena era la ostia, hoy diríamos viral. De lo que no hay duda es de lo mucho que ha influido en varias generaciones contagiando su pasión por el cine. Yo solía escuchar a García todas las noches y en ocasiones enlazaba  con su Polvo de estrellas aunque ya me pillaba medio dormido. Fue en enero del 91 cuando empecé a trabajar en turno de noche y seguía su programa de principio a fin, me enganche por completo y pase de oyente ocasional a convertirme en un acolito total.  En aquellas madrugadas Carlos impartía catedra, conversaba con los oyentes y despejaba sus dudas intercalando músicas y canciones de su extensa colección de vinilos provenientes de ultramar. La audiencia más avezada sabia de sus filias y fobias, a Pumares le pasaba un poco como a los Gremlins de Joe Dante y quienes querían sacarlo de sus casillas lo tenían fácil, es cierto, a veces se convertía en una especie de Mr. Hyde. Llame en varias ocasiones y pude charlar con él, tenía un buen equipo que lograba localizar una canción a medida que mantenías una conversación y te la ponían al momento por antena. En uno de aquellos especiales dedicados a la peli de Kubrick (el manolito) quede prendado con la voz de Douglas Rain (Hal 9000) y hasta ahora, ya saben, de las drogas se sale, de la versión original no...

He leído varios artículos y panegíricos estos días recordando su figura, me he decidido por este testimonio de Ignatius Farray por aquello de cerrar con una pequeña sonrisa. Les advierto para quien no conozca el estilo de Ignatius, quizás no sea del agrado general…

¡Hasta siempre Carlos!

De vuelta

 

Ha sido una ausencia más prolongada de lo esperado, necesitaba una desconexión y creo que regreso con las pilas más que cargadas. Atrás quedan unas felices y muy especiales vacaciones por Turín en las que conocimos en persona a Silvia (AlmaBaires/...entre libros, películas y música) y Gabriel. El tiempo que compartimos, las risas, las cenas, las confidencias y los paseos ya están en una carpetita en nuestro corazón, fue un placer para Carmen y para mi disfrutar de su compañía. Más adelante le dedicare una entrada a esa maravillosa ciudad y les contare mis impresiones.