Una de espías a la
vieja usanza. Sus 9 minutos iniciales explican (impensable que hoy en día se
muestre a verdaderos empleados) el trabajo que llevan a cabo las personas que
integran el FBI y muestran algunos de
sus entresijos. Justita de metraje (apenas 90 minutos), agentes nazis, formulas
secretas, de lo más entretenida y con el sello del maestro Hathaway. De seguro que le gusto a Edgar Hoover…
Hay dos maneras de
saltarse una cola, ir directamente hacia la entrada principal y que la persona
encargada de controlar el acceso te de paso dando a entender que eres alguien
importante o vete tú a saber que, la otra es entrar por donde lo hace Ray Liotta, repartiendo billetes a todo
hijo de vecino y enseñándole a Lorraine
Bracco las entrañas del local. La de veces que he fantaseado con vivir una
situación similar…
Hacía tiempo que una película
no me provocaba tal avalancha de sensaciones.
Estamos ante la adaptación cinematográfica de la última novela de Stefan Zweig, el escritor austriaco se
suicidaba en 1942 junto a su esposa Lotte
meses antes de la publicación de Die
Schachnovelle (Novela de ajedrez), si bien no he leído el libro de Zweig la película me ha parecido
soberbia. Ha sido esta la segunda vez que se lleva al cine, fue en 1960 y bajo
la dirección de Gerd Oswald que esta
extraordinaria historia se plasmó en imágenes. Si bien no he podido verla no
parece que tenga mala pinta (trailer).
El desasosiego, la
obsesión, la angustia, la incertidumbre y la confusión planean sobre el
espectador hasta el último fotograma. Con una factura impecable en todos sus
aspectos, tanto técnicos como artísticos, logra por momentos resultar asfixiante
y pone al espectador en la piel del protagonista hasta tal punto que nos
sentimos atrapados como si de unas arenas movedizas se tratase. No profundizo más
en los detalles para no desvelar nada, solo les diré algo, aquí no hay tablas…
Hay personas que no
gustan, otras caen mal, a algunas se las detesta y luego esta Ramoncín. Cuando apareció por primera
vez en televisión tenía yo 10 años, uno de esos acontecimientos que te quedan
grabados en la memoria. Seguí su trayectoria y compre varios de sus discos y si
bien no fui un fan acérrimo disfrute mucho con sus canciones. El odio eterno
que Atila juro a Roma es una broma
comparado con la animadversión que con el tiempo se ha ganado justa o
injustamente el artista vallecano. Demasiados
charcos e incongruencias que nos hacen desembocar en un quién te ha visto y quién te ve. Creo que este documental arroja
luz sobre su figura y quizás más de uno reconsidere que la lapidación aunque
sea digital no es de recibo.
Con una muy corta carrera en
la gran pantalla gozaba de fama mundial así como de la simpatía del público. En
1978 su Sandy le robo los corazones a
medio planeta y a partir de ahí se instaló en la memoria colectiva. Su
fallecimiento ha provocado infinidad de artículos, obituarios y muchas muestras
de cariño en redes.
Si bien no la catalogaría
entre las mejores películas de juicios, tribunales y abogados creo que merece
cuando menos una mención y un visionado.
El reparto cumple con su trabajo aunque sus interpretaciones no resulten
memorables, por momentos me huele a telefilm,
ahora bien, ese final y su giro te dejan realmente con la boca abierta.
Vidas privadas a un
lado a mi Mel Gibson me ha
proporcionado muchas y muy buenas horas frente a una pantalla, se ha metido en
varios charcos y a saber si algún día aparece la puntilla final que lo manda de
una vez por todas al infierno. Mientras, continúo disfrutando con sus películas,
esta recibió bastantes palos, creo que no está mal para pasar un buen rato. El
arranque con Mel boca abajo y el
medico a punto de extraer el plomo de su espalda es tremendo…