Tadek (Jim Carrey) es un policía
que no atraviesa su mejor momento. Ni en su trabajo ni en su vida personal las
cosas marchan bien. La investigación de un asesinato le llevara a sospechar de
Kozlow (Marton Csokas), un exitoso y particular autor que ha narrado en alguno
de sus libros detalles idénticos al crimen que investiga Tadek.
La sensación de principio
a fin ha sido de un sórdido y profundo aburrimiento. La trama sin ser una
novedad podría haber dado de sí, pero la torpe dirección de un nefasto reparto
(algunos parecen reclutados en la puerta de una discoteca…) siguiendo las
consignas de un guion que hace aguas impide que la película se mantenga a
flote. El inicio recuerda a un novato jugador de póker, se lo juega todo en la primera mano y en seguida sabemos que
va de farol. Esa dominante de tristeza
que planea durante sus 92 minutos dudo que sea preconcebida, por momentos no sé
si estoy ante un apocalipsis nuclear o es que no había más dinero para meter
algunos extras. ¿Algún aspecto positivo? La visión de Jim Carrey tratando de
dar lo mejor es digna de tener en cuenta. Este exitoso actor venido a menos me recordó
a esos futbolistas que abandonan sus ligas cuando todavía tienen mucho futbol
en sus botas y acaban por países lejanos haciendo las delicias de millones de
aficionados. Carrey da para mucho más y seguro que lo demostrara, este papel ha
sido un error y no debemos tenerlo en cuenta. A destacar la presencia de
Charlotte Gainsbourg, su papel (ni fácil ni agradable) lo clava y aporta algo
de oxígeno a este ambiente viciado. Sin entrar a desvelar las pocas claves
interesantes de la película, hay una escena que es un todo un gancho al hígado,
luego digamos que el final también tiene su punto. Insisto, no me hago
responsable, haya ustedes…