Virgil
Oldman (Geoffrey Rush) es un subastador y tasador de arte de reconocido
prestigio mundial. Aséptico en grado sumo y hedonista en cuestiones de arte
vive solo y no se le conoce relación alguna, de hecho siente un pánico terrible
hacia las mujeres, aunque guarda un extraordinario secreto en una habitación
blindada. Junto a su compinche Billy Whistler (Donald Sutherland) va
consiguiendo obras de arte mediante alguna que otra triquiñuela en las
subastas. Un día son requeridos sus servicios para una tasación por parte de
una mujer que ha heredado una mansión. Este encuentro cambiara por completo la
ordenada vida de Virgil.
Virgil en su salsa
Posiblemente el único amigo de Virgil
Tornatore dando instrucciones
Es
esta una película con un gran twist
por lo cual no me voy a extender demasiado para no fastidiar la sorpresa. Si
decir que estamos ante una de esas delicias que no suelen abundar en la
pantalla. Desde el primer fotograma uno comienza a disfrutar como si de la
lectura de un buen libro se tratase. La presentación del personaje de Rush es magnífica,
el ritmo del film aunque parezca
lento avanza sin complicaciones, la trama es interesante, la puesta en escena
de nota, la mano de Morricone y su música agranda la obra, la dirección del
italiano ensalza este magnífico largometraje y los espectadores agradecemos el
estupendo resultado final.
El amor por los objetos está presente
¡Grande Rush!
Resumiendo.
Una maravillosa historia perfectamente contada y en la que no sobra un
fotograma. Un final que será recordado y reivindicado con el paso del tiempo.
NOTA.- No pongo el tráiler de la película pues considero
que desvela parte de la trama y arruina esa sensación de ir descubriendo poco a
poco la historia, para quien tenga pensado verla no recomiendo su visionado.
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