martes, 25 de octubre de 2016

¿Y si me llama alguien?


Por una cosa o por otra el caso es que no nos despegamos de ellos. Sería absurdo renegar y poner en duda sus ventajas. Casi me atrevería a decir que se han convertido en un apéndice de nuestro cuerpo. El caso es que esta tarde me decidí a olvidarme deliberadamente de su existencia. Salí con la bici pues la temperatura invitaba a cualquier actividad al aire libre. Las dos horas que me ausente permaneció inmóvil en donde lo deje. Volví, me di una ducha y baje a darle un vistazo a la prensa y a disfrutar de un café. Todo transcurrió con normalidad. Al regresar a casa evite el contacto visual y ni le preste atención. Han pasado unas cuantas horas y he sobrevivido…

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